Para Yanisleydis Torres Peña, la suspensión de la presencialidad en el curso escolar actual produjo otra forma de relacionarse con sus alumnos de la escuela primaria Frank País, en el Consejo Popular de Arroyo del Medio, en plena serranía de Yateras.
Ella es la directora de la zona, que incluye a 75 alumnos, desde preescolar a sexto grado. Por ello, además de ser una de las nueve docentes e impartir conocimientos a los 10 del grado terminal, tiene a su cargo dos especialistas, igual número de coordinadores generales, y sendos encargados de la economía y los expedientes.
“En tiempos comunes relata, tres de mis alumnos se trasladan tres kilómetros para asistir a la escuela. Ahora, suspendido el curso, enfrentando la pandemia con las medidas indicadas, cada uno de los docentes transita esa distancia para controlar las teleclases y brindar atención a los escolares, y asesoría a sus familias para apoyarlos en que venzan los objetivos”.
Cruzar un puente colgadizo de unos 50 metros sobre el río Toa, es una de las particularidades de ese trayecto, con un vaivén que a los visitantes puede sorprender, pero para los lugareños es normal y cotidiano.
Otro paso de río de gran caudal de un afluente del Toa por el que cruzan en algún caso. Este camino de difícil acceso lo realiza el docente a pie y dos veces por semana”.
Los maestros visualizan las teleclases, derrochan dedicación, interés y profesionalidad en su labor, pues deben trasladarlas a los alumnos en hojas de trabajo con los principales ejercicios indicados.
Mediante ese método se prevée, que algún estudiante no haya visualizado la programación televisiva docente, y se llevan grabaciones digitales de ellas para que puedan verlas en DVD o cajas descodificadoras que posean las familias.
“En ese recorrido se brindan charlas educativas a las familias acerca de la responsabilidad de ambas partes en el acompañamiento para que se sigan las teleclases y cumplan las tareas orientadas, destacando el importante papel que juega la familia en esta actividad”.
En las lomas, más allá de las teleclases
“Yo cuento con 256 docentes en el municipio, para una matrícula de mil 454 alumnos desde prescolar a sexto grado, distribuidos en 48 escuelas y un centro mixto. Esos estudiantes realizan sus labores en condiciones similares, pues todo nuestro territorio es montañoso”,Dailín Cantillo Neyra, directora de la Enseñanza Primaria en Yateras.
Para contextualizar mejor el escenario, la responsable del nivel educativo primario yaterano aporta que solo cinco son centros escolares que concentran matrícula, y el resto mayoritario son zonales, es decir, que abarcan dos o más escuelas, algunas con menos de 10 alumnos.
Hay comunidades con dificultades de recepción de la señal televisiva, e incluso, zonas de silencio. Por eso, están previstos puntos de grabación, distribución y circulación de los programas en cada Consejo Popular, para llegar a esas escuelas, salas de televisión y video en San Andrés, La Gloria y Municiones, y las hojas de trabajo ya mencionadas.
Pero es justo advertir que los maestros primarios de montaña en tiempos de COVID-19 no solo visualizan diariamente las teleclases para luego revisar libretas y comprobar conocimientos en el vencimiento de los objetivos correspondientes a cada etapa en el grado.
“Ellos se vinculan a diferentes tareas de impacto, como trabajo en la parcela de autoconsumo de cada localidad, y la guardia obrera en su centro laboral. Esto último de acuerdo con un sistema de trabajo, además de continuar su autopreparación de manera individual, con lo que planifican las evaluaciones sistemáticas y solucionan los ejercicios dejados en las teleclases para enfrentar las posibles dudas que puedan tener los niños”, describe la funcionaria educacional.
Los metodólogos controlan la labor de los directores de escuelas y zonales en cada Consejo Popular. Mantienen una comunicación por teléfonos móviles y fijos y videoconferencias, programada y eventual, para organizar las actividades según las prioridades de cada momento.
“En las condiciones actuales mantenemos el sistema de enseñanza y aprendizaje con el hogar en el centro”, manifiesta Dailín. Y agrega: “La educación primaria aquí realiza una labor social, los docentes hacen largas distancias por caminos difíciles, bajo el sol, a veces con lluvia, a pie, a caballo, en carretas de bueyes, bicicleta... No dejamos de tocar a cada puerta para saber las preocupaciones de la familia relacionadas con el proceso”.