Dedicarse al arte de prevenir, curar y atender pacientes cosntituye para algunos un motivo de vida, el joven doctor Frank Alberto Chacón Balart es uno de ellos, nos recibió de manera muy afable y cordial en su consultorio de la comunidad de Buena Vista, en Yateras, esbozando una sonrisa de humildad y agradecimiento por el encuentro periodístico, pactado la jornada precedente.
Cuenta que su pasión por la Medicina surgió en la niñez, al observar a los médicos y enfermeras con sus batas blancas, siempre diligentes en sus quehaceres para garantizar la salud de la población. “Por ese influjo desde niño jugaba a ser médico, a dar recetas, aunque todavía no tenía la noción de lo que era realmente ese documento. Opté por la carrera al terminar el preuniversitario y realicé mis estudios en la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo”.
¿Tu formación como médico?
Fue una experiencia linda, aunque de mucho estrés, pues el cambio de enseñanza fue muy brusco. Al principio tienes la duda de si realmente deseas continuar la carrera o no.
Pero, en general, fue un período provechoso, de aprendizaje, de rigurosa formación profesional y de preparación para la vida laboral. En la Universidad estuve vinculado al movimiento de arte aficionado, en danza. Además fui dirigente estudiantil para atender la comunicación y la recreación. Tuve participación en eventos científicos, fui alumno ayudante 5 años en la especialidad de Urología e hice otras ayudantías en Ginecobstetricia y en Cirugía. Entonces, resumo, mi formación fue sólida y siempre le estaré agradecido a todos mis profesores.
¿Enfermedades de mayor incidencia en el área que atiende?
La hipertensión arterial es la enfermedad prevaleciente en esta zona. Atiendo 891 pacientes y de ellos más de un centenar son hipertensos.
¿El reto de la pandemia?
Yateras fue el último municipio del país en notificar casos positivos a la COVID-19. Curiosamente el primero reportado provino de mi consultorio. Entonces no teníamos la más mínima experiencia con respecto a la atención de un paciente con la enfermedad, pero se trabajó de manera oportuna y efectiva, usando los protocolos sanitarios emitidos a nivel nacional, tanto para la atención del enfermo como para la contención epidemiológica, es decir, para evitar el contagio de las demás personas.
Fue una batalla dura, pero nos hicimos fuerte en la pesquisa, identificando todo tipo de sintomatología asociada a la COVID-19. Una vez que por los síntomas presumíamos que alguien tenía la afección se le aplicaba el test rápido, y en dependencia del resultado se le practicaba o no el PCR. Importante resaltar también el proceso de vacunación, en que brilló la organización.
Una vez que el país logró la vacuna, nos centramos en identificar cuáles pacientes podían vacunarse y cuáles no: los vulnerables, las embarazadas, los lactantes, los niños, los alérgicos al timerosal y, por supuesto, los convalecientes de la COVID-19.
¿Cómo equilibras la atención a la profesión y a la familia?
Es difícil el equilibrio, porque una vez que se es médico de la familia se debe tener presente que para la población eres un miembro más de su hogar y así me han acogido mis pacientes. A veces me siento cansado. Pero no me molesto si tengo que atender a alguien en casa. Decidí ser médico, y esta profesión es puro sacrificio. Se es médico en cada momento, las 24 horas de cada día.
El poco tiempo libre de que dispongo lo dedico a ver series, caminar y a escuchar música, en ocasiones, me gusta combinar estas dos últimas actividades.
¿Agradecimientos?
Dicen que con las glorias se olvidan las memorias. En mi caso, dicho refrán no se aplica en absoluto. Preservo en casa un cuaderno con los nombres de las personas que me ayudaron durante mi carrera. Soy de Yateras y tuve que hacer mis estudios en la cabecera provincial, y la vida de estudiante becado fue muy difícil, por varios factores. Hubo no pocas personas que me brindaron su apoyo, tanto en lo personal como en lo profesional, y siempre les estaré agradecido.
Creo que hoy día soy médico gracias a mis padres y mi abuela. Desde pequeño ese empeño en que estudiara, la educación, la consagración y el sacrificio fueron inculcados por ellos y, verdaderamente, mi título y la persona que soy hoy se los debo a ellos.
¿Aspiraciones?
En 2021 tuve el privilegio de participar en un evento científico donde obtuve el primer lugar con un trabajo sobre el cáncer cérvico uterino y su incidencia en el área que atiendo. Casi recién graduado (ahora tengo un año y cuatro meses de ejercicio) una paciente me motivó a desarrollar esa investigación.
Este año aspiro a hacer un estudio sobre Demografía y COVID-19, pero ya no sería a nivel de consultorio, sino que me gustaría ampliarlo a nivel municipal. En ello me enfocaré próximamente. Tengo muchos otros anhelos y aspiraciones para el futuro. Las personas dejamos de soñar, solo cuando morimos.
Por demás, mantengo la aspiración de seguir estudiando para fortalecer mis conocimientos como médico, hacerme especialista y prestar siempre la atención que el pueblo merece.